Reseña del “Manual de políticas públicas de seguridad ciudadana en Latinoamérica”

Autor/a: Matías I. González y Tobías J. Schleider

Un comentario, a modo de reseña, del Manual de políticas públicas de seguridad ciudadana en Latinoamérica (Buenos Aires: Ediciones Didot, 2024) de Tobías J. Schleider, con la colaboración de Matías I. González y prólogo de Alberto M. Binder

Hemos sido convocados para reseñar un trabajo propio, que ha ocupado gran parte de nuestras vidas durante los últimos años, y esa no es una empresa sencilla. En primer lugar, porque se trata de un trabajo propio. En segundo lugar, porque se trata de un trabajo que ha ocupado gran parte de nuestras vidas durante los últimos años. Este es nuestro intento.

Vale comenzar con una aclaración preliminar: este libro, que es un manual sobre políticas públicas de seguridad, no habla con centralidad de la seguridad pública, en el sentido tradicional de la expresión. Cuando se hace referencia a la seguridad pública es para señalarla como una perspectiva desviada, un paradigma desenfocado, inadecuado para satisfacer un fin sobre el cual se predica más de lo que se practica: el de poner en el núcleo de la discusión sobre la seguridad a los seres humanos. Con la idea de la “seguridad pública” se suele hacer referencia a actividades estatales apoyadas sobre las nociones, tan reiteradas como esquivas, de orden público, de paz social y, en última instancia, de la preservación del Estado. Abordar la seguridad en nombre de ideas tan vagas y maleables da lugar a intervenciones estatales que, en el mejor de los casos, se hacen con la intención de propiciar un cierto bienestar social. En el peor, en cambio, son los intereses sectoriales, corporativos y aun personales los que juegan. 

En este Manual optamos por hablar de seguridad humana. No se trata, más allá del nombre, de un mero cambio de palabras ni de una romantización de los conceptos: la de seguridad humana se ha instalado como una idea más concreta que funda un paradigma de actuación estatal y de gestión del aparato público. En rigor, en este manual el énfasis está en un componente de la seguridad humana: el de la seguridad ciudadana. Esta noción hace referencia –en el marco del libro– a la aspiración de garantizar a las personas una vida libre de conflictos violentos. Si bien los aspectos superadores del enfoque de gestión de la conflictividad respecto del paradigma del orden público se tratan en detalle en el libro, pueden sintetizarse en que el primero prioriza un abordaje integral y técnico de la prevención y la disuasión de las violencias, y no solo de la reacción penal y policial ante el delito. 

Desde la perspectiva preferida, el Manual se propone un recorrido que no es, en su totalidad, innovador. En una parte importante, las discusiones y las proposiciones discutidas en sus páginas han surgido de décadas de intercambios académicos y sobre políticas que tuvieron lugar, de manera principal, en el marco del Instituto Latinoamericano de Seguridad y Democracia. En algunas de sus secciones, no obstante, se ha decidido ampliar el abanico de autores y corrientes abordados y, a partir de esto, se ha procurado favorecer el planteo de problemáticas y el ofrecimiento de referencias, para estimular discusiones nuevas. Hay, además, una toma de posición en cada uno de los temas; se ha buscado combinar elementos teóricos existentes, prácticas políticas concretas, el ya reconocido enfoque ilsediano y el paradigma de la seguridad ciudadana, en su faceta más concreta de la gestión de la conflictividad para, en último término, esbozar algunas conclusiones que sumen al estado del arte, siempre cambiante, de la seguridad.

Una cuestión que parece ineludible en una reseña de este tipo es el lector al cual está dirigido el libro. El hecho de que se trate de un manual la contesta en parte, pero no lo dice todo. La pregunta que dio origen y rumbo al trabajo es la que inquiere sobre de qué se habla cuando se habla de seguridad ciudadana. Y su respuesta, en primera instancia, no presupone conocimientos previos sobre la temática: hemos procurado explicitar el uso –común o técnico, según el caso– de cada término específico utilizado. En rigor, esta fue una necesidad: si bien, como se adelantó, no todo el contenido de este manual es novedoso, en lo que puede considerarse innovador es en la forma en que son tratados los temas propuestos y en el énfasis práctico que lo inunda. Por esto, antes de responder en quién se pensó al escribir este libro, es mejor referir a qué nos llevó a su escritura. 

La seguridad ciudadana y el enfoque de la gestión de la conflictividad son prismas a través de los cuales es posible revisitar una realidad que, con distintos matices, se viene configurando desde la reinstauración de las democracias latinoamericanas. Las problemáticas de la violencia y la criminalidad, sumados a los sentimientos de temor al delito y de confianza en el sistema estatal de seguridad han sido discutidos, investigados y analizados de manera profusa. Sin embargo, el mundo ha seguido girando y se hizo crucial proponer una orientación nueva sobre problemas viejos (pero también, está claro, sobre algunos problemas nuevos). 

Mudar la piel de la discusión securitaria implica dejar atrás discursos de corte populista y antagonizante que reducen la problemática de la seguridad al castigo por la comisión de delitos. Esto es lo que ha motivado, en lo más básico, la investigación previa y la escritura posterior del Manual: profundizar la discusión sobre la seguridad y separar el trigo de la paja en los tantos discursos securitarios que se han ofrecido en estas décadas.

Hay un apoyo común para nuestros aportes: la pretensión y la exigencia de que las proyecciones e intervenciones políticas estén basadas en evidencia, pero no en un sentido abstracto e inasible, tan afecto a los discursos correctísimos de los organismos multilaterales. Es sabido que el ciclo de desarrollo y aplicación de políticas públicas es un arma de doble filo. Toda intervención tiene un impacto en las personas que componen la sociedad. Esto por sí mismo resalta la seriedad con la que debe ser tomada la labor política, pero también deja entrever que sus resultados pueden ser medidos y evaluados. La evaluación de políticas públicas y el aprovechamiento de su dimensión técnica son un paso crucial para eludir las trampas retóricas inconducentes y las apelaciones a emociones facciosas. Posibilita centrarse, en última instancia, en la efectividad de las políticas en relación con fines determinados. En otras palabras, además de las discusiones sobre los fines de las políticas públicas, en este libro también se dan discusiones acerca de lo que funciona y de lo que no funciona en materia securitaria, y de la justificación de las afirmaciones al respecto; esto es, es empleado aquí el sentido más llano de la noción de evidencia

Debido a esta necesidad de construir puentes entre lo teórico y lo fáctico es que las personas que deseen encaminarse en la lectura de este libro no necesitan más que el interés por la temática securitaria; un interés más que extendido en las preocupaciones sociales corrientes. La invitación incluye a políticos con deseos de iniciar o profundizar la gestión de la conflictividad, a académicos ávidos de ver qué se discute en otras latitudes (en geografía o en orientación), a estudiantes que se proyectan como operarios de los subsistemas securitarios y a ciudadanos que no ocupan su profesión en la seguridad, pero que buscan informarse para mejorar sus decisiones cívicas.  

Como el público al que podría interesar este libro es amplio, también lo es el abordaje de distintas subtemáticas del ámbito de la seguridad. Ya se advirtió que el Manual no se limita a presentar ciertas discusiones teóricas y cuestionarlas. Por el contrario, uno de sus propósitos fue la priorización fundada de algunas de las cuestiones securitarias que existen en Latinoamérica. Se entendió que, por solo poner un ejemplo, es imposible hablar de seguridad ciudadana si no se ofrece un panorama de qué modalidades de conflictos y violencias se instancian, y de sus modos de resolución propuestos. 

El contenido se organiza en tres capítulos, cada uno con un eje definido. En el primer capítulo se discute qué son las políticas públicas de seguridad ciudadana y se trata con detenimiento el contenido de los conceptos que forman parte de ese epígrafe y muchos de sus elementos relacionados, como lo son las dimensiones de las políticas públicas, sus clasificaciones, las estrategias públicas y el uso de la tecnología en la seguridad. En el segundo capítulo se discute sobre la instrumentalidad del Estado para gestionar a este tipo de políticas. El protagonista de esta parte del Manual es el sistema de seguridad ciudadana, que está conformado por varios subsistemas, tratados individualmente, pero sin ignorar la interagencialidad que requiere la coordinación de lo público para la consecución de sus fines. Por último, se corre el foco hacia diversas problemáticas securitarias que se dan en el entramado fáctico y social. Se jerarquizan y analizan tipos de violencias y criminalidades, sus modos de encauzamiento, y se visitan algunos ejemplos modélicos que representan las virtudes y los defectos de la actuación estatal como respuesta a las problemáticas determinadas. En este capítulo final los apartados tratan la criminalidad común o urbana, la criminalidad organizada, la violencia basada en género, la criminalidad juvenil, la criminalidad reiterada y la cibercriminalidad. La propuesta que subyace a esta presentación es un cambio en la manera de ocuparse de estos asuntos: optamos por valernos de grandes categorías, con propiedades comunes identificables, y no de clases de fenómenos, más limitadas y, por eso, limitadoras de los análisis teóricos, con ribetes prácticos, de la calidad y magnitud que requiere un estudio de las políticas públicas de la seguridad ciudadana.

A todo el libro le importa, además, la localización de sus planteos y sus repercusiones para el ámbito latinoamericano. El conocimiento sobre la seguridad es un conocimiento situado como pocos, y olvidarlo puede conducir –ha conducido– a consecuencias gravosas para las personas y sus derechos.

En la estructura de este libro, que tiene un impacto profundo en la forma de abordar sus contenidos, se encuentra, quizás, una de nuestras apuestas creativas más audaces. Parte del desafío fue tomar el formato de un manual, pero sin limitarlo a un mero pasaje de revista de la bibliografía existente. No solo porque no era físicamente posible hacer esto en un solo libro, sino porque los manuales que optan por ese método suelen ser tediosos, por decir poco. Se intentó, entonces,  dejar la impronta autoral en la combinación de distintos conocimientos y enfoques, modernos y clásicos, y en las inferencias que estos cruces devuelven. 

Hemos contado cuáles fueron las intenciones que nos llevaron a escribir este libro y el modo que elegimos para concretarlas. Estará en cada lector la apreciación de qué propósitos han sido satisfechos y cuáles aún se encuentran en proceso, y si las formas han sido o no las adecuadas. Esta aclaración, en cierta medida baladí, sirve no obstante para evocar que las diferencias entre las finalidades de una acción y su resultado consecuencial pueden ilustrar, incluso, una de las temáticas centrales del Manual: los objetivos de las políticas son tan importantes como las técnicas y los métodos con los que se intenta alcanzarlos. Este trabajo se toma tan en serio los fines como los medios, y aspira, así, a convertirse en un aporte para el discurso securitario en ambas dimensiones. 

 

Matías I. González y Tobías J. Schleider

Mar del Plata, Argentina, otoño de 2024

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